El 7 de junio asumió sus funciones y comenzó formalmente sus labores el Consejo Constitucional en Chile. El organismo encargado de redactar una nueva constitución a ser ratificada por los chilenos y chilenas el próximo 17 de diciembre.
Reporte de nuestro corresponsal en Chile, Juan Ortega, de Radio JGM [Descargar]
Por Juan Ortega, de Radio JGM
Esta segunda oportunidad, con una nueva estructura de 51 consejeros provenientes de los partidos políticos clásicos de la elite chilena y con una marcada mayoría de los sectores de la ultraderecha conservadora, quienes trabajarán sobre la base de un anteproyecto preparado por 24 especialistas de la Comisión Experta documento que cuenta con 134 páginas, 14 capítulos y 211 artículos.
Un inicio marcado por discursos que hablan de un contexto social marcado por una crisis moral, crisis política, crisis económica y la falta de respeto a las autoridades e instituciones y por supuesto el uso de la violencia como forma de política.
Se instala así el escenario que es el resultado de los últimos plebiscitos de este proceso que supuestamente está profundizando la democracia. Un organismo ahora sí, serio, un consejo, ahora sí de expertos y expertas, que si tienen conocimiento y propiedad para hablar de nueva constitución. No como la convención anterior que fue una bolsa de gastos como hoy día se repite sin cesar.
Ahora los medios no critican, ahora que no hay mapuches, los medios asienten y disfrutan el acto republicano, ahora que no hay paridad, nadie se cuestiona la participación de mujeres y disidencias, ahora que no hay representación de movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil, nos parece normal.
Cómo llegamos a legitimar esta política de las élites, de los poderosos?
Cómo pasamos en un par de años, de querer cambiarlo todo a dejar que los mismos dueños de Chile sigan escribiendo la historia, ahora sí con la legitimidad de la democracia y sus votaciones?
Será trabajo de los historiadores del futuro analizar y descifrar el complejo escenario de descrédito, apatía y modificación del sentido común que vive Chile este 2023.
Atrás quedaron las demandas por derechos fundamentales, la posibilidad de ser escuchados y escuchadas por el organismo que diseñaría la nueva constitución. Hoy somos testigos mudos, una ciudadanía agotada, inmersa en la sobrevivencia en un caos político y económico.
Los expertos que redactaron el anteproyecto fueron liderados por un ex colaborador de la dictadura, Hernan Larraín, patriarca de la derecha más recalcitrante, el nuevo consejo lo encabeza una ex asesora de Jose Antonio Kast, el candidato del partido republicano que sacó primera mayoría en primera vuelta electoral de las elecciones presidenciales pasadas.
No es un escenario bueno para la democracia, ni para los movimientos sociales, ni para quienes vimos en el estallido social del 2019 una oportunidad para construir una nueva sociedad.
Pese a que se ha declarado que existirán mecanismos de participación ciudadana, éstos no serán vinculantes y no tendrá el peso que tuvo la sociedad civil en el primer proceso constituyente.
¿Qué discursos son los que se quieren dejar fuera de este nuevo debate?
Al parecer lo que tendremos en el plazo de 5 meses, es una renovada cara de la constitución de dictadura, hecha en 1980 a la medida del sistema neoliberal. Una constitución de derecha y conservadora en el mismo año en que se conmemoran los 50 años del golpe de estado cívico militar que quebró la democracia y marcó a fuego la vida de las siguientes generaciones.
Una constitución que difícilmente recogerá las demandas medioambientales, las luchas de las identidades originarias y que se ajustará a los intereses de empresas y transnacionales. Si es aprobada a fin de año, Boric firmará dicha carta magna pasando a la historia por sellar el destino neoliberal de Chile.
El pueblo hoy se encuentra dividido entre el sentido común fascista que se instala y esparce por todos lados, con un rechazo a todo lo que sea institucional, con una burla a todos las consignas y demandas emancipadoras. Un caldo de cultivo perfecto para la desmovilización y hacer el necesario borrón y cuenta nueva que necesita la clase política.
La única esperanza, es que siempre a la vuelta de la esquina puede haber una sorpresa y se puede nuevamente rechazar esta propuesta constitucional. Un deja vu eterno que nos deja en el mismo punto de partida de hace 4 años. Con menos ganas, con un aire de derrota profundo. Las luchas se retoman desde el lugar donde se abandonan, reza una máxima política, que será la luz que permita renacer con las demandas por un Chile justo, incluyente y soberano.
Solo falta saber cuándo retomaremos dichas luchas.
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