La memoria se toma los días en Santiago de Chile, con cientos de intervenciones, actos, marchas y actos de conmemoración de por lo sucedido el 11 de septiembre de 1973.
Reporte de Juan Ortega, periodista de Radio JGM en Chile [Descargar]
Por Juan Ortega, periodista de Radio JGM
Un momento de inflexión durante el transcurso de este 2023, que ha estado marcado por un segundo proceso constitucional en manos de la ultraderecha que ha borrado todos los avances emancipatorios que brotaron desde el estallido de 2019.
Chile vuelve a recordar que la justicia es una lejana utopía para las miles de víctimas de las violaciones de DDHH ocurridas en dictadura. Volvemos a pasar por el dolor de saber que los torturadores siguen entre nosotros, que aún quedan cientos de criminales de lesa humanidad sin condena y que la clase política vuelve a aliarse para fingir horizontes de democracia.
La figura de Allende, es relativizada constantemente por la derecha, situándose como el principal responsable del golpe sangriento que tiene ecos hasta nuestros días.
Por otro lado las agrupaciones de DDHH deben equilibrar la balanza recordándole a un gobierno temeroso, que una democracia sin condena categórica a la violencia de estado, es solo un mal disfraz de progreso.
Este 11 de septiembre llegó con una fuerte carga emocional. Son 50 años esperando, 50 años buscando desesperadamente una respuesta, una verdad.
Los medios llenan las pantallas con recopilaciones y nuevas formas de contarnos lo ya narrado mil veces. Nuevos antecedentes salen a la luz y dan cuenta que la herida es aún más profunda: nexos con el narcotráfico de la familia Pinochet, miles de niños robados y enviados a Europa, genocidas octogenarios que se dan a la fuga y una derecha reforzada lanzando mentiras con ventilador.
El pasado domingo, día en que se realizaría la romería tradicional hasta el cementerio general, honrando a la víctimas, sus familias y tantos y tantas luchadores sociales que tuvieron un rol fundamental en la defensa de la.vida, el.gobierno de Gabriel Boric implementó un empadronamiento de las organizaciones de DDHH nunca antes visto, permitiendo marchar por la ruta tradicional solo a organizaciones ligadas a los partidos de su coalición, generando así una división, otra más en una población ya dividida. Las organizaciones populares supieron defender su memoria y el derecho a manifestarse en contra de la violencia aún pese a la represión de las fuerzas policiales, que dejaron como saldo una nueva víctima de mutilación ocular. La memoria y la lucha por los DDHH no puede ser ni higienizada ni menos institucionalizada por gobiernos atados de manos.
Las deudas de la justicia son aún una lista interminable, pero las deudas de la clase política dan cuenta de la desconexión profunda con las demandas sociales.
La justicia es una brisa que no termina de llegar cuando ya comienza a huir nuevamente.
Este medio siglo de memoria ha hecho resurgir las voces de izquierda, que desde la pasada derrota de septiembre de 2022, habían quedado en el desconsuelo ante la nueva ola de arremetidas fascista. Se han enarbolado otra vez las banderas contra el modelo neoliberal herencia de una dictadura que parece nunca acabar.
A 50 años del golpe, seguimos viviendo en el país que Pinochet construyó con la ayuda de civiles aún presentes en la escena política. Hoy más que nunca sobrevive el compromiso con los DDHH y un nuevo horizonte de sociedad.
Nuestra victoria ha sido sobrevivir y seguir luchando.
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