Chile: A 5 años de la revuelta popular

Nos acercamos a los cinco años del estallido social, o revuelta popular de 2019, un acontecimiento único en la historia reciente de Chile y que ha marcado el devenir político de este territorio.

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Por Juan Ortega, periodista de Radio JGM en Chile

 

Fueron los estudiantes secundarios que con estrategias de desobediencia civil frente al alza de 30 pesos de la tarifa del metro a inicios de octubre de 2019, quienes se movilizaron exigiendo dignidad para sus familias, ya que el alza afectaba al costo del pasaje adulto.  

Sumado a ello, la olla a presión que se venía gestando desde hace años, con abusos empresariales, extractivos, el abandono del estado para garantizar los derechos mínimos, y además como corolario, las frases y burlas de la clase política, en especial algunos ministros del pasado gobierno de Sebastián Pïñera sobre la situación económica y las alzas de precios, fueron los elementos que  marcaron el punto de inflexión histórico llenando las calles de decenas de ciudades del país, con miles de chilenos y chilenas exigiendo justicia, dignidad en múltiples ámbitos de la sociedad.

Un país con pensiones de miseria, con la voracidad transnacional lucrando de campos como la educación, la salud, la seguridad, los recursos naturales, el abastecimiento básico  y una clase política que desde el supuesto retorno a la democracia, se dedicó a negociar derechos y a mercantilizar la relación con el poder. Ese país no aguantó más.

Marchas, consignas, muchedumbres, encuentros, el arte y la cultura, asambleas y espacios colectivos, protestas, enfrentamientos, saqueos, represión, dolor, traumas oculares, abusos, atropellos y muertos. Un crisol de momentos que se vivieron desde octubre del 2019 hasta marzo del 2020, que marcaron a fuego lo que vino después incluso.

Aún no superamos ni procesamos como país lo que nos ha pasado. Un acuerdo político a puertas cerradas en el congreso, la promesa de una nueva constitución, cabildos ciudadanos, una expectativa de transformación que apuntaba a la paridad constitucional, a la plurinacionalidad y a un modelo de país nunca antes soñado, alabado por diversas miradas internacionales.

Pero la expectativa se fue haciendo real y los procesos constituyentes nos dejaron con la mismas reglas que hizo Pinochet en el año 1980, reordenaron las fuerzas políticas nacionales y mermaron cualquier posibilidad de volver a instalar demandas progresistas, o al menos de mejoras hacia una vida digna para todos y todas.

A 5 años del inicio de esta nueva etapa de Chile, habitamos la impunidad, el olvido, la imposibilidad de volver a alzar dichas banderas, frente a una sociedad que condena al octubrismo como pecado capital, un retroceso en el sentido común que espanta.

Con la complicidad de los grandes medios que se han encargado de olvidar y nunca más recordar el proceso vivido y que con astucia instalan agendas represivas y del terror. Con un gobierno que ha reflejado poco y nada las demandas que levantó la ciudadanía en ese 2019, y un país que en su mayoría, guarda silencio y se refugia en la esfera íntima.

El terror de la represión, de la muerte y las violaciones de los ddhh ocurridas en dicho período, siguen caminando por las calles de nuestras ciudades, hoy más que nunca las fuerzas del orden están fortalecidas, sin atisbos mayores de que la justicia les alcance o les culpe por los excesos. 

A 5 años de la revuelta popular, seguimos sin saber quién quemó más de 70 estaciones del metro en una acción coordinada y con responsables obvios. Seguimos esperando justicia para los más de 500 mutilados oculares, hoy abandonados a su suerte, seguimos esperando que los responsables civiles y militares paguen sus decisiones y omisiones. La memoria es la herramienta de los pueblos para reconocer los pasos andados y los que faltan por proyectar.

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