El pueblo chileno eligió a sus alcaldes y a los integrantes del consejo municipal de cada territorio, además sumó la elección de gobiernos regionales, donde también la ciudadanía votó por gobernadores y consejeros de cada gobernación.
Reporte de Juan Ortega, periodista de Radio JGM en Chile [Descargar]
Por Juan Ortega, periodista de Radio JGM en Chile
El pasado 26 y 27 de octubre se realizaron las elecciones municipales en las más de 300 comunas que se encuentran en Chile. Esta votación que renovó bastantes de las autoridades municipales, pues se eligió a Alcalde y a los integrantes del consejo municipal de cada territorio, además sumó la elección de gobiernos regionales, donde también la ciudadanía votó por gobernadores y consejeros de cada gobernación.
En el evento participaron más de 13 millones de chilenos que escenificamos la democracia asistiendo a los locales de votación, intentando elegir entre decenas de candidatos y partidos poco conocidos, a aquellos nombres que ofrecieran confianza. Una tarea no fácil en un país, donde los partidos políticos hacen más noticia por escándalos judiciales, desfalcos públicos y sobreseimiento de causas de sus parlamentarios.
A nivel de números, los grandes pactos de derecha y centro progresista fueron los que obtuvieron más votación, manteniendo la tendencia del votante que se aleja de los extremos, y opta por nombres con domicilio conocido en el espectro político. Las novedades fueron el aumento de candidatos independientes que sorprendieron en algunos casos, con votaciones altísimas como en Puente Alto, donde se destronó a la derecha que llevaba años manejando dicha comuna.
Asimismo, hay que señalar que municipios históricos del pacto oficialista como Santiago Centro y Ñuñoa en la Región Metropolitana, vieron el triunfo de candidatos de derecha y ligados al piñerismo que dejan preocupantes desafíos sobre el ciclo político que se renueva. Lo mismo ocurrió en la ciudad de Concepción donde la victoria recayó en el candidato de ultraderecha conservadora.
Los resultados de dichos comicios dieron cuenta de la pérdida de confianza que existe hace ya muchos años en estas jornadas de votación. Por primera vez se produjeron en dos días, y sin la famosa ley seca que impide el comercio de alcohol en dichas jornadas. Sin embargo, las escenas que ya conocemos se repitieron, apoderados de mesa marcando votos y uno que otro fanático tergiversando los conteos en las últimas horas del día.
No obstante hay un dato no menor que ha sido poco analizado: más de 1.100.000 votos fueron en blanco, y más de 1.600.000 votos fueron nulos de las cuatro papeletas que cada chileno y chilena debió completar.
Un porcentaje no menor de la ciudadanía, no puede, no sabe o no encuentra una alternativa que le satisfaga para depositar la confianza cuando se trata de gobiernos locales, los principales feudos que han sido manchados con acciones grotescas de corrupción durante los últimos años.
Es en los municipios y concejos municipales, donde se han dado las mayores irregularidades financieras y políticas que van socavando la democracia chilena. Es en la política casera, territorial y comunal donde los partidos políticos han ideado y perfeccionado mecanismos complejos de robo, y autofinanciamiento. En estos escenarios, es donde se foguean las figuras que serán en los próximos años, los candidatos presidenciales.
Finalmente el electorado demuestra que la votación no hace democracia, que olvidamos rápidamente a los partidos ligados a la corrupción y que slogan simples y baratos manejan el acceso al poder.
En un noviembre que mantiene el hedor a fracaso del gobierno de Boric, que sigue viendo escándalos de corrupción y manejo de influencias del caso Hermosilla y donde el ex subsecretario del interior, acusado de violación por una funcionara de gobierno, aún no está en la cárcel.
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