Relativismo frente a las violaciones sistemáticas de DDHH

Revuelo se ha formado en la opinión pública en Chile debido a declaraciones de la directora del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), respecto de las violaciones de derechos humanos ocurridas durante el estallido social de 2019.

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Por Juan Ortega, periodista de Radio JGM de Chile

 

La directora Consuelo Contreras, señaló hace días que en ese contexto, no se produjeron violaciones sistemáticas de derechos humanos, por parte del estado hacia la población que se manifestó en las calles por meses exigiendo cambios al sistema neoliberal que impera en Chile.

El cambio radical de la postura de la directora que ocupa el cargo desde 2022, golpeó fuertemente a las organizaciones de víctimas y a los movimientos sociales, ya que la constante relativización de lo ocurrido hace ya 5 años, viene generalmente de la derecha y de sectores conservadores, no de organismos que dicen defender y promover una cultura de respeto de derechos.

Con esta declaración la actual directora se alinea no sólo con el ex director del organismo Sergio Micco, quien siempre le quitó el peso de violaciones sistemáticas de derechos humanos, a lo que se denominó abusos policiales en contra de la ciudadanía, sino que además le entrega argumentos nuevos a los sectores que han trabajado desde los medios de comunicación para calificar el estallido social de octubre de 2019, como una fiesta delictual, como una revuelta vandálica y que solo ocasionó retrasos al desarrollo del país.

¿Cómo se explica esta voltereta de ciertos personeros? ¿Cómo le explicamos a los organismos internacionales que viajaron a Chile, a verificar y acreditar las masivas violaciones de ddhh, que ahora parece que se equivocaron y no fue tanta la violencia, al menos no para ser llamada sistemática?

No es posible que las conclusiones emanadas de los informes de Amnistía Internacional, Human Right Watch, la comisión de DDHH de ONU, y otros organismos reconocidos internacionalmente, que daban cuenta de estrategias presentes en las policías para mutilar y dañar intencionalmente a manifestantes, que las prácticas de secuestros y retención ilegal de personas en centros de detención, sean hoy minimizadas en función de otros intereses.

Las violaciones sistemáticas de derechos humanos como precisa su definición requieren de una articulación interna de diversos poderes del estado para ser calificadas como tal, y tal vez desde ese punto de vista para algunas instituciones pueden no calificar, en tal u otra categoría. Esa es una discusión legal que se da en otro ámbito, no obstante en el clima actual, a cinco años del truncado proceso de democratización, estas declaraciones solo hacen daño en las víctimas y en los cientos de miles que fuimos testigos de los excesos, abusos y violaciones de derechos que se cometieron por funcionarios policiales, militares y también por civiles sin rostro.

Las víctimas de mutilación ocular, los miles de manifestantes que hasta hoy alojan perdigones en sus cuerpos, que fueron abandonados por el estado además, en su proceso de recuperación y reparación. La impunidad que ha reinado en los juicios que se han abierto en contra de los responsables, comparado con la marcada persecución que ha hecho con los manifestantes precios y enjuiciados en algunos casos con montajes. El dolor de las familias que han visto a las víctimas de mutilaciones suicidarse frente a la nula acción reparatoria, da cuenta de una realidad completamente distinta.

Las categorías y definiciones legales de cuán sistemáticas fueron o no las violaciones de DDHH en un contexto determinado, pasan a segundo plano cuando el panorama es desolador para las víctimas y da cuenta de un estado que olvida y guarda bajo la alfombra el horror de la violencia, que no ejerce justicia, que protege al alto mando de carabineros, borrando la historia y la memoria de un pueblo.

Chile no se merece nuevamente usar el olvido para no ver lo evidente, las deudas de derechos humanos son cadenas que nuestra sociedad conoce en profundidad y que no hacen más que abrir las brechas, alimentar a las derechas voraces y confundir a la sociedad.

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